Cierto domingo, mientras fumaban el último cigarrillo de la tarde, disfrutando de lo que juraban sería un apacible paseo por el centro, se encaminaban al negocio –sí, abrimos también los domingos- cuando se cruzaron con una manifestación. Una enardecida sexagenaria los amenazó blandiendo un palo y acto seguido les mostró un cartel que, toda furia, con su puño y letra había trazado sobre el piso de la sala de su casa. El gesto era como diciendo “mira mijito, esto es contigo”. Pero como los hermanos hablan muy poco (y en español mucho menos) decidieron fotografiar a la doña y preguntar más adelante. Hicieron clic con la camarita digital que siempre lleva alguno de ellos en el bolsillo del traje y bajo una tempestad de gritos y empeñones“¡agarren a esos chinos infiltrados de mierda!” se movieron como sombras negras entre la marea de marchantes y en pocos minutos entraban sin un rasguño al consultorio médico donde estábamos apostados en la recepción.
-¿Qué significa esto?- dijo uno de ellos mostrándonos la pantallita donde aparecía la imagen de la señora del cartel.
Les explicamos que pronto habría un referéndum –que la cosa estaba tensa, que sí, que una vez más estamos en elecciones, que no, que estas elecciones no son la mismas que las del año anterior, ni del anterior, que no, que tampoco las del anterior, aunque sí, se llama referéndum también y también va de reformas constitucionales, pero que esta constitución no es la de hace poquito sino que es otra, o puede que la misma pero que la quieren volver a cambiar-. Se estaban poniendo ya los Chang de mal humor, porque el exceso de explicaciones los agobia y malhumora, y cuando se ponen de muy mal humor siempre hay sangre y hay falanges por el piso y pedazos de lengua y trocitos de diente pegados a las ventanas, así que sintetizamos: Miren, en estas elecciones quienes quieren la nueva constitución votan por el Sí (como es el caso de la doñita del cartel) y quienes no la quieren votan por el No.
-Nosotros no queremos ninguna constitución impuesta. A los Chang nadie les dice qué hacer. Los Chang sólo pueden obedecer a una ley Chang ¿Cómo se hace una constitución?
-Pues habría que montar un despacho constituyente para redactarnos una constitución propia.
-Tienen dos meses. Para redactarla y aplicarla. Cierren este consultorio médico y pónganse a escribir derechos y deberes. Aquí se funda una nación, la nuestra.
Por favor, entren y echen una mano, pero se ruega silencio. Que en este despacho se trabaja, se discute y se aprueba una constitución como ninguna otra jamás. La carta magna de la República Independiente Chang. Vigente hasta el 2008. Por ahora.
José Urriola y Fedosy Santaella (legisladores constituyentes)
P.D. Antes de irse, los capos nos dijeron que nos tomáramos la cosa con calma, que estaban contentos con nuestro trabajo y que nos habían tomado cariño (nos dio miedo esta última frase, y nos imaginamos como expresión de cariño una soga en nuestros cuellos), que descansáramos en estos días (ésta nos dio más miedo aún, pues nos vimos descansando en una fosa), y que de ahora en adelante no querían tanto agite (los montes donde botan a los muertos son por lo general tranquilos), que podíamos abrir ahora un negocio cada dos meses (aquí experimentamos un profundo alivio). Es decir, ahora, por vía de nuestra propia reforma, los negocios de los hermanos Chang pasarán a ser bimestrales, y no se diga más. Volvemos pues en febrero. Muchas gracias. Saludos, maestros todos.