Propiedad intelectual

Fedosy Santaella





(A ver, compatriota mesonero, tráigase otra de 18… Verga, colega, un millón quinientos y pico la botella. Menos mal que ahora le restamos tres ceros. Mil quinientos. Coño, esa es otra vaina, le baja a uno la angustia. Porque es verdad que uno trabaja para el pueblo y todo, pero también tenemos derecho a un whiscacho… Está bueno el blanquito, poeta… Además, el acto de beber es revolucionario… ¿Te queda ahí? Pásame pues… Digo, porque los imperialistas no beben, son todos unas mamis; cobardones que tienen miedo a que se les salga el marico cuando beben… Yo invito le botella, poeta, pero deme más de esa vaina… Porque todos esos carajos son una cuerda de maricones… Ya vengo voy al baño… De verdad que está bueno el polvo, compañero.)


-Aló, aló, ¿el señor Monterosado? Aló, aló. Coño, esta vaina no se oye… ¿El señor Monterosado? Bueno, sí, Monterroso, Monterosado, es casi lo mismo… Cierra la puerta, compatriota, y sácala y sírvela ahí sobre el escritorio… Aló, ajá, maestro, ¿cómo le va? Tremenda literatura la suya. Una gran obra ha escrito usted. Amplia, voluminosa… Coño, vale, vas a seguir con tu pichirrería, yo te brindé las dos botellas en el almuerzo. Sirve esa vaina, vale… Aló… Aló… Coño, más gruesas las líneas… Ajá… Mire, maestro Montehermoso, lo estamos llamando de parte del presidente de la República de Creso, quien en una alocución televisiva recomendó publicar su cuento El dinosaurio… Y como lo que nuestro presidente dice es palabra santa, lo estamos llamando para publicarle un millón de ejemplares, caballo… Snuuuuuuffff… Sí, un millón… ¿Qué escritor puede jactarse de esa proeza? Muy pocos... Snuffffff… Bueno, sí, como le decía: un millón de ejemplares de El dinosaurio… Ponme más, que está bueno el polvo… Ajá, maestro, ¡qué caché, un millón de ejemplares...! ¿Qué, qué dice? ¿Qué quiere una retribución monetaria? ¿Pero qué le pasa, Mantecoso, está loco? No, no hay pago, ni contrato, ni nada; esta publicación es para el pueblo. ¡Coño, chico, hay que ver! ¡No joda, vale! ¡Vete para el carajo, guatemalteco de mierda! ¡Eres un rastrero como todos los indios del mundo! Bueno, menos los indios nuestros, esos sí son de pinga. ¡Capitalista del coño! Piensa en Jacabo Arbenz, piensa en las porquerías que hizo la CIA en tu país. ¡Anda para el carajo, chico, igual vamos a publicar esa vaina!... Snufff… Porque aquí, en la República de Creso todos tenemos derecho a la cultura… Snufff… Chao, vale, chao…

Toc toc…

-¿Quién coño viene a joder ahora?
-Disculpe señor, soy del departamento técnico.
-Espérate un momento… Dale, vamos a olernos toda la vaina…

Snufff…
Snufff…
Snufff…
Snufff…

-Pasa pues pasa.
-Permiso, señor.
-¿Qué quieres?
-Instalar el teléfono.
-¿Instalar el teléfono?
-Sí, jefe, instalarlo. Es que no tiene el cable conectado, ¿no se había dado cuenta?



(-Buenas.
-Buenas.
-¿Es usted el autor de este libro?
-Sí, ¿en qué puedo servirle?
-Nos sirve que se disponga a ir preso en nombre de la República de Creso.
-¿Preso, Creso?
-Sí, en Creso, preso.
-¿Y por qué?
-¡Verga mano!, ¿usted no vive en este mundo?
-Sí, pero no entiendo, yo…
-Bueno, resulta hay autores materiales y autores intelectuales.
-Sí, eso es así, pero sigo sin entender.
-¿Se va a hacer el loco ahora?
-No, señor, es que no entiendo, de verdad…
-Coño, caballo, pasa que el autor intelectual es el cerebro, ¿me entiende? El autor intelectual es el que todo lo planifica, el que manda a matar, el que conspira, el que le alborota la mente a los demás. ¿O es que usted nunca ha leído un periódico? Los periodistas siempre dicen una vaina así como: “Los investigadores andan tras la pista del autor intelectual”. Bueno, tal cual, usted va preso porque es el autor intelectual de este libro, y ser el autor intelectual de cualquier libro es peligroso. Sobre todo en la muy justiciera República de Creso.)



Informe 1
Primera Comisión Cultural Comunitaria de la Cultura Popular


Amparados en los artículos 98, 98 al cuadrado, 98 líenal C y el 98-13 (más me acuerdo) recientemente promulgados todos en la Soberana Constitución de la República de Creso, y asumiendo el mandato patriótico, directamente emanado de la boca sacrosanta del supremo líder de la República de Creso, damos fe de que hemos leído el cuento El dinosaurio del Señor Agusto Montepozo, y llegamos a la siguiente conclusión que aquí expresamos. El cuento en cuestión dice:


Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.


Los autores de esta comisión, escritores todos por decisión soberana del pueblo que así lo ha dictaminado, consideramos que para que este cuento se ajuste a los ideales de nuestra amada patria, debería corregirse bajo los parámetros de nuestra magnífica revolución. Es decir, debería hacerse especial énfasis en la participación social de toda la sociedad, del pueblo mismo entiéndase, apartándonos así de la mugre ególatra egoísta, que no es otra cosa que el individualismo propio de la cultura capitalista que tanto daño nos ha hecho.

También creemos que al agregar más personajes (el plural, como quien dice) a la historia, en específico donde se habla del dinosaurio, le damos más protagonismo a las masas y aportamos más emoción a la lectura, pues sentimos el cuento un poco bastante flojote, y el pueblo pide corazón y no sesudas patrañas imperialistas.
Es decir, el cuento debería leerse así:


Cuando despertamos, los dinosaurios todavía estaban allí.



(-Snuuuuuf.
-Snuuuuuuuuf.
-Coño, compatriota, ¿sabes que descubrí una vaina arrecha?
-Cuente, compatriota.
-Bueno, compatriota, descubrí que el idioma que nosotros hablamos está contaminado de la cochina lengua imperialista.
-¿Cómo es eso?
-Bueno, mi hermano, le pongo como ejemplo la palabra “funcionario”. Date cuenta, dice “FUNcionario”, y “fun” es diversión en inglés. Es decir, que los imperialistas infiltraron el maldito “fun” ese en nuestra lengua, y para colmo en una palabra tan importante que tiene que ver con el supremo oficio de brindarle servicios al pueblo soberano.
-Coño, muy mal, colega, muy mal.
-Muy mal, sí. Pero tranquilo, ya hablé con el ministro y el ministro habló con el presidente, y nuestro líder, siempre tan solícito y preocupado, decidió sacar en gaceta oficial el cambio de la palabra. Ahora ya no vamos a ser funcionarios, pero tampoco divercionarios, no señor, nosotros somos gente seria. Ahora vamos a ser “seriocionarios”.
-¡Coño, mano, usted es la gloria patria!
-No es para tanto, compatriota, sólo cumplo con mi deber.)



Informe 2
Segunda Comisión Cultural Comunitaria de la Cultura Popular



Considerando el informe anterior de la comisión primera que asumió este proyecto, y por mandato supremo del presidente de la República de Creso, quien promulga ciegamente el poder creativo del pueblo, consideramos que se debe hacer otros cambios al texto antes de ver la luz pública nacional.

En este caso creemos a pie juntillas que debe eliminarse la palabra “dinosaurios” del mentado cuento, porque nosotros no somos gafos y bien sabemos que “dinosaurio” alude en semiótica a “dictador” y a “militar”, y esto lo consideramos grave, porque más de una vez ha pasado que los enemigos de la revolución le han dicho a nuestro líder de todo, y con frecuencia el mote de dictador le han soltado. Así que para evitar malas interpretaciones hemos considerado que es una buena consideración eliminar “dinosaurios” y poner “capitalistas”, palabra que va más acorde con nuestros parámetros educativos sociales. Sugerimos también que se cambie el nombre del cuento y se titule tal cual: Los capitalistas. Es decir, el cuento debería leerse así:

Los capitalistas

Cuando despertamos, los capitalistas todavía estaban allí.




(Hola, yo soy Pierre Menard, ¿me recuerdan? El que escribió El Quijote igualito a El Quijote de Cervantes, pero que en realidad no era igualito. Pues bien, yo he pasado estos últimos años yendo de editorial en editorial, de país en país, intentando publicar mi magnánima obra. Pero nadie me hacía caso, ni siquiera cuando les mostraba el supremo ensayo que me dedicó el genial Jorge Luis Borges. Todos me llamaban loco, plagiario, estúpido. Pero hace poco escuché de la República de Creso, y me vine para acá. Hablé con los seriocionarios -acertadísimo neologismo revolucionario- del ministerio de cultura, y ellos, fascinados, me publicaron El Quijote, mi Quijote, o más bien, El Quijote de todos, el del pueblo. ¿Y saben por qué? Porque acá tienen una ley maravillosa que abomina de la propiedad intelectual, porque una obra escrita por una persona es en realidad una obra escrita por todos. Aquí todos tienen los mismos derechos, ¿me explico? Yo hoy en día soy, gracias a la República de Creso, la demostración de que todos podemos escribir El Quijote igualito a como lo escribió Cervantes. Ahora todos somos Pierre Menard).



Informe 3
Tercera Comisión Cultural Comunitaria de la Cultura Popular


Tomando en cuenta los excelentísimos aportes literarios que, en nombre de nuestro presidente y de la revolución, han realizado los autores de las comisiones anteriores, queremos nosotros, representantes directos del pueblo soberano encargado de esta tercera comisión de la cultura popular, aportar nuestro talento narrativo, filosófico y libertario al texto del autor Ponterroso. Consideramos que se debe tener en alta consideración que el pueblo requiere de una buena cantidad de literatura para llenar su tiempo de ocio con lo mejor de la cultura universal. Ya que hemos dejado de trabajar para el ominoso empeño capitalista, debemos ahora invertir nuestro tiempo en grandezas humanistas, y no malgastarlo dejando que nuestras cabezas se llenen de aire. Así, queremos señalar que vemos sospechosa la extensión del cuento referido como Los capitalistas (otrora El dinosaurio). Sin temor a equivocarnos, declaramos que el autor del texto presentado (¿quién fue el inepto que lo eligió?), seguramente sea un servidor pagado a los servicios del capitalismo, y, como tal, escribió un cuento corto para que el pueblo no “perdiera” el tiempo leyendo literatura y volviera pronto a las actividades laborales esclavistas y embrutecedoras. Por eso, consideramos que el cuento debería alargarse. De primer momento, aportamos un esbozo que, de ser aprobado, entonces continuaríamos con la redacción. Lo cosa, para empezar, sería más o menos así:


Los capitalistas


Cuando despertamos, los capitalistas todavía estaban allí, y entonces nos alzamos en armas, tomamos nuestros rifles, y llenos de orgullo revolucionario salimos a defender nuestros ideales y nuestra patria. Los capitalistas estaban armados con máquinas letales, pero nosotros lo estábamos más, porque teníamos el ansia de libertad corriendo por nuestras venas, y también habíamos dormido bien la noche anterior, y estábamos llenos de fuerza al despertar -de allí que esta historia comienza en la mañana, cuando uno se despierta. Formamos un gran ejército que bajó de los cerros, de los barrios, y tomó las calles, las garitas y las murallas del odio. Batallamos con toda nuestra antigua gloria de guerreros libertarios, porque eso sí, nosotros llevamos en el alma, sellada a fuego, la enseñanza combativa de nuestros próceres, aquellos que se alzaron contra el yugo español hace muchísimos años y que demostraron que, en alpargatas y sombreros de paja, se puede vencer al más encumbrado (y perfumado) contrarrevolucionario, todos pelafustanes de bigotitos bien cortados y pelitos engominados que sólo piensan en viajar a Disneylandia 3 veces al año, desgraciados que despilfarraron los bienes de la nación, y no le dieron de comer a nuestros niños…



Bajo los dictámenes del espíritu patriótico se ha seguir escribiendo el texto, hasta completar unas mil páginas llenas de acción, emoción, aventura y sobre todo, pensamiento revolucionario. Quedamos en espera de la aprobación presidencial. Saludos, y larga vida a la revolución.



(-Epa tú, el de la gorrita, ¿eres tú el “autor anónimo”?
-Sí, señor, yo soy.
-Ah, muy bonito. Tú llevas años disfrutando del usufructo de los bienes culturales nacionales y universales sin que nadie te ponga coto. A estas alturas debes ser el autor más millonario del mundo.
-Oye, disculpe, usted no entiende, cuando uno dice “autor anónimo” está hablado de una figura inexistente, es decir que yo...
-¿Inexistente? Pero si yo te veo clarito…
-Déjeme explicarle: digamos que yo soy algo así como una alegoría…
-No te atrevas a hablar de la "alegría" nada, que precisamente se la has estado robando al pueblo durante años. Mira vale, vamos a dejarnos de habladeras de paja, y vamos al grano. Nosotros formamos parte de una comisión mixta que ha venido a interpelarte y a ponerte en tu sitio. Por un lado, está la gente del SENIAT, que viene a hacerte una auditoría, porque estamos seguros que te has embolsillado todo el billete que te ganaste con obras como… A ver… Pásame la lista ahí… Ajá, con obras como El lazarillo de Tormes, El Popol Vuh, La canción de Rolando, El Cid, Las mil y una noches, El libro de los muertos, Los evangelios apócrifos, Refranes y proverbios anónimos y para usted de contar. Por otro lado, tenemos acá otra comisión, representada por mi persona que se apersona para notificarte que tu concesión se ha acabado, y para hacerte firmar una declaración donde pasas al pueblo todos tus derechos como autor. Es decir, de ahora en adelante, tus libros aparecerán firmados por el pueblo, y se dirá de la siguiente manera: “autor popular”. Ya basta de “autor anónimo”. ¿Anónimo por qué? ¿No querías dar la cara con el fin de no pagar tus impuestos? ¿O fuiste anónimo porque así aprovechabas para conspirar contra nuestro presidente y para escribir comentarios necios en lso blogs? No mano, ya eso se acabó. En la República de Creso ya no habrá más autores anónimos).



…después de 237 comisiones culturales de la cultura popular:

-Compatriota, usted no sabe lo que hizo el Presidente… Epa tú, Canache; ¿Canache es que te llamas tú, no? Mira, tráeme otra 18 años, y pórtate bien y déjate llamar como sea que la propina es abundante… Bueno, lo que le decía, hermano… Ah, por cierto, vaya sacando la bolsita… El hombre, es decir el presidente, se ha puesto a revisar los 237 informes de las 237 comisiones culturales de la cultura popular, y resulta que ha agarrado una arrechera… Ajá, pásamela por debajo de la mesa… El Presidente dijo que esas vainas no servían para nada, que no se estaba trabajando en función del pueblo y de la revolución, que veía manos peludas por todas partes. ¡Entonces tiró todo el papelero al piso, cogió lápiz y papel y se puso a escribir él mismo la vaina! ¿Que qué fue lo que escribió? Bueno, hermano, una obra maestra, de él no se podía esperar otra cosa... A ver déjame agarrar un poquito por debajo de la mesa. Ajá, listo, ahora me meto el dedo en la nariz como si me picara o como si me estuviera sacando un moco. Snuffff, perfecto. Aaaah, qué sabrosa en esta vaina… Bueno, te decía, compatriota, el hombre se ha puesto a escribir el cuento, y lo que resultó fue una obra maestra. La cosa dice así y así será publicada un millón de veces:


El revolucionario

Cuando yo miro mi eternidad, mi revolución está ahí.





Nota Bene
Todas las Comisiones Culturales
Comunitarias de la Cultura Popular


Las 237 comisiones y cada uno los miembros de estas comisiones, quiere agradecer al corrector de ortografía de Microsoft, que siempre estuvo allí, bien despierto cada vez que despertábamos, cuidando de que no se nos escapara ni un error.

Patria, revolución o muerte hasta el fin de los tiempos.

(Por cierto, nos mandaron a decir que muera Bill Gates, y no porque al Presidente le encante Steve Jobs…)



ACTA EST FABULA

1 comentario:

Anónimo dijo...

Fedosy ahora sí que se te volaron los tapones.