Una tarde originaria

Yoyiana Ahumada



-Yo no vine porque quise. No elegí vivir aquí. De haberse hecho un referéndum familiar, jamás habría escogido la república de Venezuela, ahora con ese segundo nombre que la empuja, bolivariana. Me pregunto, ¿hasta cuándo seguir masticando el abultado siglo XIX, con sus caballerías y sus caudillos? ¿Hasta cuándo la obstinada omnipresencia de un héroe sin pathos, de un gran hombre que merecía un final más decoroso, menos napoleón, más Gandhi, menos ego? Bolivar, dios pobre hombre que no tiene silencio en su sepulcro. Firma la flaca Delgado, diputada por Zamora, nueva zona de distensión.

Para los que puedan leer este papelito, o sea alguno de los agentes de la Inteligencia Social. Este es el envoltorio de un chocolate importado, digo el soporte de este grito de rebeldía, es un chocolate que obtuve por el intercambio de un kilo de quinchonchos. Una caja de Godivas, sí, esos que le regala a una un hombre de los que hace negocios con la República Bolivariana, un trader petrolero… Todavía no hemos llegado al punto de pedir que el souvenir sea un rollo de papel higiénico.

A lo lejos, como si de sentencia ajena, se tratara, como si fuera la voz de otro país, se escucha a la Presidenta en sus quince minutos de gloria. “Así, en el sagrado derecho que concede el Poder Originario al pueblo representado en esta Asamblea electa popularmente por el pueblo, quedan aprobados en tercera y última discusión los artículos B-123; C 149.”

¿Qué? ¿Cuál es el B123? ¿Y ese artículo? ¿Cuándo lo enviaron? Yo no lo conozco. Opto por volver a seguir garabateando en la mortaja de mi chocolate.

Es una de las tantas tardes sin sentido de esta asamblea. Estoy atrapada, no tengo para donde ir, hasta que la voluntad del Primerísimo lo demande, ah no perdón el pueblo, debo seguir aquí, en este mismo curul, condenada a asistir hasta el fin de los tiempos en este mismo curul he decidido volverme loca. Pero todavía no.

Ese papelito del chocolate donde queda impreso el manifiesto de su vida, la había liberado. Se sentía tremenda, una revisionista, frente a aquella nueva jornada de aburrimiento y empastelamiento de la sesión solemne para introducir el proyecto de Ley para el estudio pormenorizado de las calorías revolucionarias de los asquerositos -perdón choripanes calientes- de la Plaza Venezuela.

En dos años de ejercicio parlamentario había aprendido a desconectarse, respiraba hondo, comenzaba a pensar en un par de zapatos amarrados a su memoria, a su avidez de golpear la tarjeta de crédito y poco a poco se iban desdibujando, todos esos compañeros, a los cuales apenas sonreía, pues ponerse a argumentar, habría significado tener que reducir la expresión de su pensamiento a unos niveles de simpleza, su razonamiento y peor aun su vocabulario: nada de verbos compuestos, alto empleo del dequeismo…

A su izquierda, el lado derecho de la sala siempre estaba desierto. Ella, Shurika Marina Suárez, Diputada por los pueblos Yukpas; hija del gran cacique Kanshasa Anuvi (que quiere decir palo pequeño); siempre está sonriendo, viste unos jeans Levys y una cartera LB o sea yuhtapru nopuru que no es Luis Vuitton en yupka, pero igual sirve porque quiere decir puerta grande. Shurika es mi personaje de estudio en esta asamblea. 23 años de flojera, aspiraciones a convertirse en una topcomunistmodel, o sea romper los parámetros y crear la pasarela folk; es una industria paralela en la que la Makila, está en manos del pueblo, que a su vez le entrega todos los poderes al estado.

A ella igual que a mi nos encantan tener el clóset de aropa pashi
(lleno de ropa) ah y a las dos nos encanta vestir nuestros pishimas (pies)
Uno de estos días propongo el aprendizaje del Yupka. Me siento tan única.

Los ojos desorbitados y llenos de onzas de güisqui 18, del Diputado Enecio Gurgollón, no dejan de mirarme, pero creo que en realidad le mira los pechos a Shurika, que no lleva sostén y los deja saltar a su aire y parecen prontos a reventar en la isha (olla) de piel de Shurika cada vez que le hacen señas de que debe levanta la mano en señal de aprobación.

Ese ojihinchado, le tiene ganas al curul de Leidy Di, bonito nombre le puso su madre, “me quería poner Welldory Rodriguez, así completo como nombre”.

Ella que Gurgollón le tenía ganas a su curul, para adosárselo a Yaritagua, y así ponerle la mano al negocito de los camiones que transportan gasolina intervenida, o sea con menos pureza pues, tratada con una sustancia que la hace más evaporable.

Y esa gasolina itsha los motores, o sea daña, rompe, jode…

-¡Uy se me está olvidando el castellano correcto! ¡No sería malo crear un alfabeto bolivariano está pendiente por discusión…!

Pero como ya dejé a tras mis zapatos, esos que cuestan 500 bolívares fuertes, con eso me pagan el alquiler, bueno la vacuna porque, realquilo, lo que me alquilan. ¿Qué no es legal?… Ahí está Gurgollón me está mirando con cara de golpe de estado, déjame regresar, soltar mis zapaticos… Ajá, voy a pedir la palabra y listo. A ver, ah sí, propongo un artículo a ser incluido en la Nueva Constitución, el 269. Ahí voy la palabra es mía.

-Tiene la palabra Leidy Di Delgado. Un milagro señores, por fin va a hablar.

-Estimados colegas, en esta hora (tomo una gran bocanada de aire), de definiciones patriotas, donde no cabe si no la palabra venerada por esta Asamblea. Sí, sí, sísísísísí… a ver con las palmas, Sí, sí, sí, sí, sí… Quisiera que la Diputada Solfa, con su guitarrita, cuidado que viene de la Vihuela, otra trapinsodería cultural de los colonizadores, que acabaron con nuestra flauta indígena, pero en fin mi punto: estamos planteando la Revolución del Colon, “dime lo que comes y te diré si eres fascista. El abono de nuestras tripas no puede seguir siendo, resultado de las hamburguesas de Macdonald’s…”

Aplausos furiosos…. En esta parte interviene la Diputada SolfaMaría, con sus arpegios colonialistas, tranquila Solfa que ya le vamos a poner un parao a eso.

Leydi Infla el diafragma como cuando cantaba en la coral de la universidad y dispara un do de pecho, de contralto que es su registro.

-¡Queremos heces nacionales, vivan los asquerositos, muerte a la hamburguesa…! ¡Hay que erradicar de una vez por todas, las células del imperio que subyacen en las hamburguesas de Macdonald’s, que luego de diez años de revolución no logran ser borradas de la memoria palatina de las nuevas generaciones de venezolanos. “El hombre nuevo no puede llevar en las tripas ni un solo resto de esa receta que atenta contra los parámetros autóctonos de la cocina del fogón de todas las Petras y las Juanas…”

Se va escuchando un murmullo ininteligible. Sólo me despierto cuando escucho que la Presidenta comenta que la propuesta de la Diputada por Zamora, tiene que ser discutida en sesión extraordinaria, y yo agregaría, dice la Presidenta, ejerciendo un Derecho de Autor que no le corresponde: “El abono de la tierra tiene que ser de la patria misma. Heces autóctonas, producidas por un colón atascado por toxinas autóctonas”.

A su lado otro exactamente igual al que le sigue en la fila, mira hacia delante. Ella ha sido instruida, para entender que los tiempos de la Revolución siempre son los que vendrán, el hombre nuevo se hace, no nace. Hay que empujar para avanzar al futuro pero cuando ya se lo roza, él vuelve a tomar un impulso y nos deja vacíos. No, en contradicción profunda para dar el salto. Hoy además habrá que darle horas extras a la patria, un Diputado suplente por la Región Federal de Simón Rodríguez, el mismo que trajo la propuesta de crear el Imperio Bolivariano, ha caído cuan largo es, sobre el suelo recién estrenado de la Asamblea Popular Revolucionaria. Un miembro tieso, rígido, ha sido la causa, de un deceso muy particular. Su práctica y especial entrenamiento, no le fueron suficientes para sostener el brazo izquierdo, siempre el izquierdo, erecto, en una señal de aprobación continúa, que lo cubría con orgullo de busto, u ofrenda floral. Contaba el ahora occiso, que todos los días, antes de las sesiones se disponía a sostener planchas, copias piratas del filme. “Así se templó el acero”, el Manifiesto Comunista a fin de endurecer, su bíceps, y poder mantener en alto, su brazo, el izquierdo por supuesto, como señal de aprobación perpetua. Iba muy bien encaminado hacia la experticia del brazo enhiesto, del arma que no dispara balas, sino aprueba ideas, cuando la extremidad rígida, fue atacada por un infarto fulminante. En Sesión Solemne y tras un minuto de silencio, se ha decidido que la Cooperativa La Pelona se ocupe de mandar a hacer un féretro con una prolongación vertical para enterrar al compañero con su brazo en alto. Se llamará el ataúd de la aprobación perpetua. Paz a su pieza superior.


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