El nacimiento de una Nación o la importancia de llamarse Youjaris

Gustavo Valle



(Alocución del excelentísimo
Dr. Epaminondas Bonalde,
tercer diputado suplente a la Asamblea Nacional)


Presidente de la Asamblea Nacional, Vicepresidente de la Asamblea Nacional, Secretario de la Asamblea Nacional, señoras Diputadas, Diputados señores, seré breve:

Ahora que está en juego el nacimiento de la Nación propongo un nuevo impuesto. Un impuesto al anónimo. La reforma debería incluir este agravamen. Si los anónimos aportaran al Fisco Nacional no necesitaríamos petróleo. “Anónimo: la nación te necesita, con el pago de tus impuestos acabaremos con el desabastecimiento”. El desabastecimiento de leche y… de ideas. Un agravamen a las ideas tampoco estaría mal. Sobre todo a las buenas, pues las otras tributan solas. Y si -como dijo Cyrano Von Lichtenberg- la palabra es un bien, pues impuesto a las palabras también. Diputados, hablo de sustituir importaciones, invertir la balanza de pagos. ¿Para qué importar cenizas de héroes extranjeros si podemos exportar las nuestras? Por ejemplo, la cajita donde reposa Simón la podría comprar Silvester Stallone. Rocky Balboa adora el arte ingenuo. O Cheech Marín (el de los Cheech & Chong) que ha devenido en adinerada alma filantrópica. ¡Ya Holywood es nuestro! Gritemos todos juntos: ¡basta ya de oro negro! Yo me alegro por nuestros abundantes valores for export: verrugas, poemas, charreteras, pezones, banderas, mascotas. Y todo rociado con whisky de Escocia. ¿Y por qué diablos no producimos nuestro propio y digno whisky? En vez de destilar esos rones rabiosos y esa cerveza del Polo deberíamos hacer whisky para el mundo. Los rusos beben vodka y hacen su vodka, los mejicas beben mezcal y destilan su mezcal, los afganos se meten heroína y cosechan su amapola ¡Basta ya de borracheras transculturizadas! Yo propongo industrializar el licor de yuca. ¡Impuesto al mandioca licour! Y como decía mi tatarabuelo, el gran poeta don Adriano Pérez Bonalde, abro cursivas:


Si yo pudiera
Regalar a mis amigos
Un mar de Etiqueta Negra, un enorme lago de Chivas Regal…
Si yo pudiera
Sumergir a mis amigos (y a los amigos de mis amigos)
En Something Special,
O acarrear toneladas de botellas de Buchanans
De Dimple, de Old Turkey como un macizo Ekeko
Hasta lo más alto del Ávila, y desde allí,
Desde la cumbre del pico Naiquatá
Precipitar toda esa dicha,
Un violento deslave de dicha
Hacia el valle de mis amores.



Cierro cursivas. Dostoievski decía que los mejores hombres de Rusia eran los niños y los borrachos. Yo estoy completamente de acuerdo con Dostoievski. Pero ni los niños ni los borrachos participarán en el nacimiento de nuestra Nación. ¿Y quiénes entonces? Abstemios de alma. Abstemios de nombre. Abstemios abstenerse por favor. Acá se practica el derecho de admisión. Impuesto al derecho. Impuesto al izquierdo. Impuesto al carrito por puesto y su opuesto. ¡De alguna forma debemos agravar esto! Yo propongo un impuesto a los que deciden nuestra suerte. ¡Y a pagar puntualmente so pena de castración! Si alguno de nosotros, honorables colegas, pudiera hacer una hermosa Constitución, una Carta Magna linda, moderna, de buena presencia. Con sus pechitos operados, sus copitos de silicona y sus buenas costumbres. Si pudiéramos discutir artículo por artículo sin hacer el ridículo hasta trepar a su montículo y allí decir, junto con todos los ciudadanos: “juro por mi Patria, que no daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi alma, etc.”. En fin, si yo pudiera pararme en este hemiciclo y llorar a gritos sin que nadie me vea. Y dejar mis mocos sanguinolentos encima de esta tarima de roble. ¡Sé de grupos subversivos que planean estallar, en el interior de esta Asamblea, una bomba flatulenta en nuestras rojas narices! Para evitar estas acciones subversivas la reforma debería incluir un impuesto a la reforma, y quien quiera cambiar las leyes que pague. A plazos, si así lo desea, pero que pague. Quien quiera la fama vitalicia que se baje de la mula o se monte en el avión. ¿Quién vota por la moción? A ver ¿quién vota? Adicionalmente yo propondría un impuesto a la Trascendencia, a la Historia, a la Eternidad. Quien quiera ser Dios que no se deje ver; quien quiera ser Rey que viva su reinado en pelota. ¿Quién vota?

Y en cuanto a los anónimos, que paguen también. Para eso somos progresistas. ¡De alguna forma debemos financiar el nacimiento de la nación! Impuesto al anónimo para subsidiar al epónimo. E impuesto al epónimo para pagar este desastre. ¡Agravemos esta tierra de gracia hasta convertirla en una nueva Tracia tras la caída de Constantinopla! Y si de entre el montón de ruinas y cascotes aparece una mocosa que quiera llamarse Youjaris, que traiga un maletín con bolívares fuertes para hacerse propietaria de ese hermoso nombre. Aquí la propiedad, ya lo dijo Caifás, es como la ley de gravedad.

Muchas gracias.

No hay comentarios: