La caída (en video)

José Urriola C.



El Estado incluyó en su última versión de Constitución un apartado para Las reglas del experimento. Eran tan sencillas como inviolables:

1) A partir de la hembra alfa se escogerá a un macho de la misma especie que sea de su agrado, de edad similar, sano, genética y políticamente compatible.
2) Deberán convivir durante 3 años de absoluto encierro en un espacio sin paredes de 50 m2 donde compartirán una sola cama, un baño, cocina y comedor.
3) Ambos estarán en la obligación de formar una pareja, seducirse, convivir de la mejor manera, tener sexo al menos una vez al día.
4) Bajo ninguna circunstancia (incluida la muerte) se podrán separar durante el lapso del experimento.
5) La experiencia será filmada en su totalidad a 3 cámaras durante los 36 meses de convivencia.
6) Al cumplirse los 3 años exactos de iniciado, el experimento culminará sin prórrogas ni apelaciones.
7) La totalidad de las cintas registradas durante el experimento será duplicada. A cada miembro de la pareja se le hará entrega de todo el material bruto para que hagan con él un montaje de la experiencia. La duración del video final es libre.
8) La pareja se reunirá por única y última vez para intercambiar los videos. Pueden acompañar sus películas con una breve nota explicativa.
9) El Estado se reserva los derechos de explotación y difusión de las imágenes, sean en vivo o diferidas, de manera parcial o total.
10) El consumo de la obra producto del Experimento podrá ser decretado como obligatorio y deberá ser acompañado de una dosis de 600mg de Soma XS inhalable para garantizar su máximo disfrute. (Los precios del combo serán anunciados y modificados a juicio de la autoridad).


Pues sí, ocurriría el Experimento. Pero pasó entonces lo que tenía que pasar. Lo que siempre pasa en el cine y en la realidad, que el régimen cayó. Por justicia divina, por pura suerte, por rebeliones justificadas o no. Pasó porque las cosas absurdas se pinchan de las maneras más absurdas. Cayó porque sí, porque la naturaleza de las dictaduras es caer. Lo lindo es cómo cayó ésta.

Es que te la cuento y te enamoras, me pides matrimonio, que te done esperma, me arrancas un pelo púbico para hacerme un clon.

Porque al principio éramos tres: Cacho, Rita y yo. Y éramos tres sin nada que hacer, fumando maría todo el día, haciendo de hackers, viendo pornos. Bueno, las pornos las veíamos al principio Cacho y yo; pero luego él me dijo que me relajara, que Rita era pana y que se las tripeaba. A mí me dio igual. A mí todo me da igual. Al final, ver una porno, fumar maría y hackear son cosas que se hacen igualito: echado en un sofá y con ganas de dormirte para no despertarte nunca más. Hasta que un día me fastidié de andar tan fastidiados -porque de verdad que ya estaba fuerte-, y entonces dije: “¿Panitas… y si tumbamos a esta mierda de gobierno?”. Y ellos respondieron: “¿Ah? Bueno, sí, vamos a darle”.

Armamos el plan, que fue sencillo. Compramos por Internet, con unos bonos de la deuda pública nacional, unas microbombas K que las venden en el mercado negro malayo. Te las traen por contrabando hasta Nueva Guaira y allí las recibe un Miliciano Bolivariano que te las libera por medio kilo de perico -que no tiene que ser cocaína de la mejor, ése se conforma con cualquiera. Igual ya no tiene ni tabique ese carajo después de esnifarse el puerto entero-.

Las microbombas K de 10 megatones traen en la caja las instrucciones para implantar. A veces no necesitas ni cirugía. Sólo tienes que abrirte la carne con un exacto o una hojilla justo allí donde quieres meterla. La dejas caer, ella solita saca las patas, se acomoda en la herida y se ancla debajo de la epidermis. Luego solamente esperan a ser frotadas y ¡pum! A la puta mierda todo. Detonan con fricción.

Cacho se metió la suya en el huequito del glande. Rita se dejó caer la otra en la vagina. Yo me encargué de hackear la computadora central del Experimento, para forzar los resultados igualito a como se hace en los escrutinios de las elecciones, y que los escogidos fueran ellos, es decir, para que el resultado de la ecuación siempre diera a Rita como hembra alfa y a Cacho como su macho. Lo más difícil fue lograr que se acostumbraran a orinar muy despacio y a no eyacular jamás; porque bastaba un roce violento para volarlo todo a la mierda en un radio de 5 Km.

El día inaugural del Experimento, en la transmisión inicial de la temporada, convocaron a la plana mayor del régimen a verlo en vivo. Fue hasta el presidente que lo sentaron en un trono de terciopelo rojo sangre. Y todo el país estaba pendiente de sus telepantallas porque había mucha expectativa y se hablaba de una gran sorpresa preparada por los protagonistas para todos.

Cacho y Rita se dieron durísimo. Loco, yo todavía me acuerdo y me emociono -se me paran los pelitos, mira-. Era tal cual como ver una porno en la tele pero con gente que uno conoce bien, y en vivo y directo. Y cuando llegaron fue una cosa absoluta, el orgasmo fue explosivo. Fue un orgasmo real, total, contagioso, con fuegos pirotécnicos pero que no fueron artificiales. Volaron ellos. Volaron todos. No quedó ni rastro en varias manzanas a la redonda.

Y la gente entendió que la rebelión tenía sentido ahora que tenía mártires. Que ese grito orgásmico era más bien un grito de guerra. La señal que todos esperaban para salir a la calle a repartir mordiscos, patadas, lanzar zapatazos, clavar uñas, arrojar agua y aceite hirviendo por las ventanas. O lanzarse a sí mismos, de ser necesario.

El único registro en video que se tuvo de este final apoteósico –del Experimento, que también fue el de la tiranía- lo tenía yo. Único en grabar el episodio por saber exactamente lo que iba a pasar. Ahora soy dueño absoluto de un emporio que administra todos sus derechos de exhibición y distribución. Aunque, claro, el 30% de las ganancias van a parar a una obra benéfica que quise crear: La Fundación Cacho-Rita por La Paz, La Libertad y el Desarme Mundial.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo que venía buscando novedad...

Anónimo dijo...

Co... a mí me parece poderoso este relato. Una patada al bajo vientre. Dale fuerte, Urriola!
LAI

Clavel Rangel dijo...

José, una sola cosa, no que estás frito porque todos lo sabemos, pero ... ¿qué coño te fumaste esta vez? jejeje